(Foto UPI)
¿Cómo te sentirías si un grupo de manifestantes ingresara repentinamente en tu hogar, destrozara parte de tus muebles, rompiera otro resto y rayara lo que es preciado para ti?
Esa es la escena que ha ocurrido hoy en la Catedral de Santiago, un grupo de manifestantes pro aborto ingresaron a la Catedral luego de realizarse una marcha que persigue la legalización del aborto. La turba de manifestantes destrozaron un confesionario junto con destrozar otros objetos y rayar distintas superficies con palabras ofensivas.
Me siento particularmente dolido por la situación, como católico, la catedral es mi hogar, es como si entraran a mi casa y violentaran lo más preciado que tengo. Que falta de respeto, que forma más burda y sucia, que lástima que haya personas con tanto odio en su corazón como para realizar este tipo de desmanes. Lo más penoso y lamentable es que han elegido la casa de Dios, es decir, han cometido un sacrilegio, y de paso han ofendido a toda la comunidad católica.
¿Acaso no son capaces de tolerar posturas diversas a las suyas? ¿Donde está la capacidad de diálogo que tanto reclaman?
Sería un error decir que todos los manifestantes, cerca de 3.000, fueron responsables, de hecho tan solo unos centenares participaron en la agresión a la catedral, sin embargo, es conocido que estas manifestaciones a menudo van cargadas de violencia. Desde una visión sobrenatural queda patente la acción del demonio.
Recemos por todos aquellos que tras el uso de la violencia ofendieron a Dios, recemos por sus almas, recemos por nuestro país, para que en ninguna manifestación futura volvamos a ver este tipo de acciones.