lunes, 31 de julio de 2017

San Ignacio de Loyola



"Hasta los 26 años de edad fue hombre dado a las vanidades del mundo; principalmente se deleitaba en ejercicios de armas, con un deseo grande de ganar honra". Con estas palabras parte el Capítulo I de este libro de autobiografía de San Ignacio de Loyola, en la última edición de este libro, edición que guarda gran fidelidad con la narración original de 1555, aunque con ciertas adaptaciones del lenguaje para hacer más comprensible el texto al hombre contemporáneo.

En pleno combate en Pamplona, Ignacio es herido por una bombarda, quebrándose así de muy mala forma una de sus piernas, la otra pierna también resulta mal herida. Dado esto, pasó por varias operaciones y procesos de curación, con muy mal pronóstico, teniendo que permanecer mucho tiempo estático y sin mucho que hacer. Para Ignacio esta situación tiraba por piso todos sus planes, junto con la herida física venía también una profunda herida a su vanidad, la cual era para él igual de dolorosa que la otra, sin embargo, él no se dejaría vencer con facilidad. Obligado a hacer reposo pide libros de caballería, pero en la casa donde estaba no se halló ninguno de tales libros, teniendo que contentarse con "Vita Christi"-Vida de Cristo- y un libro de la vida de los Santos. A través de estas lecturas se abre una nueva ventana en su vida, Ignacio va descubriendo un nuevo modo de vida, Dios llega a él a través de estos testimonios y es entonces que nuestro amigo de Loyola se pregunta: "¿Que sería si yo hiciese esto que hizo San Francisco, y esto que hizo Santo Domingo". 

Apenas pudo ya caminar se decidió a ir a Jerusalén, sin embargo, ese sería tan solo el inicio de largos años como peregrino por Europa, los cuales realizó a pie a pesar de haber sido tan mal herido. Su primera ruta (ida y vuelta entre 1522 y 1524) parte desde Loyola a Barcelona, de Barcelona a Roma y Venecia y luego a Jerusalén. Le siguieron a esta ruta otras dos, la segunda fue entre los años 1524 y 1531, la cual tuvo entre sus destinos Salamanca, Alcalá y París, y la tercera ruta entre 1535 y 1537, volviendo a Loyola y repesando destinos como Pamplona, Alcalá, Toledo, Barcelona, Venecia y Roma. Ignacio se sentía llamado a ganar almas para Dios, ese germen cayó en la tierra fértil del corazón de este Santo, quien olvidándose de si mismo destinó toda su vida a ir a enseñar sobre Jesucristo a los demás, se volvió un apóstol de tomo y lomo, dejó la vida mundana que llevaba (como el mismo lo describe) y se dejó encantar por Dios. En su camino fue conquistando otras almas que decidieron seguirlo, su testimonio movilizaba a los demás. En este andar se forma la "Compañía de Jesús", la cual no estuvo exenta de grandes pruebas y dificultades, sin embargo, Dios se glorificó a través de ese instrumento que fue Ignacio y también a través de la obra fundada por él y que tanto le ha entregado a nuestro mundo. 

San Ignacio no solo nos regaló la "Compañia de Jesús", también nos regaló los Ejercicios Espirituales, que en si representan la forma en que Ignacio hacía discernimiento de espíritus y que hoy en día se han sistematizado un poco más para poder ser enseñados y vividos por todo aquel que quiera profundizar su experiencia de Fe.

Haber leído leído la autobiografía de Ignacio de Loyola me ha traído mucha consolación y me ha motivado a continuar por el camino de Cristo. Realicé esta lectura en Ejercicios Espirituales, los cuales recomiendo mucho a todo quien esté en búsqueda de Cristo y de una vida en plenitud, queriendo discernir el querer de Dios su vida (más abajo les dejo un video al respecto)

Para obtener el libro "Autobiografía", tan solo basta con dirigirse a algún centro de espiritualidad Ignaciana o a alguna librería, dado que hay variedad de ediciones. 

"En todo Amar y servir", cono diría San Ignacio.

A continuación algunos videos que pueden ser de interés sobre San Ignacio de Loyola y su espiritualidad.






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